Orientación Psicológica
El dolor que produce la pérdida de un ser querido siempre formará parte de nosotros, pero tratar de comprender lo que es la aflicción, cuidar y crear maneras constantes de honrar la memoria de quienes nos dejan, son algunas de las formas en las que podemos mirar hacia el futuro. Esta información describe cómo podemos sobrellevar la pérdida de un ser querido y de un hijo. Esperamos que sea de utilidad para ti y toda tu familia.
Consulta Profesional Psicología
Ps. Tatiana Cobeaux
Niños y adultos. Especialista en procesos de pérdida.
Tras la muerte de un familiar, amigo o pareja, comienza un complejo proceso de adaptación, cuya intensidad y duración puede variar significativamente en función de cada persona y de sus circunstancias particulares.
Experimentar dolor es inevitable y necesario en estos momentos, y lo contrario, de hecho, sería algo problemático. Integrar en nuestra vida la pérdida es una tarea para la que necesitaremos utilizar todas las herramientas de las que disponemos, tanto internas como externas, para, en primer lugar comprender qué es el duelo y posteriormente, gestionar las propias emociones, atravesar este proceso y continuar con nuestra vida.
Aunque no existe una única manera de experimentar la pérdida, la clasificación más extendida sobre las cinco fases del duelo que, de manera general, aparecen tras la pérdida es la siguiente:
- Negación.La incredulidad ante lo ocurrido aparece como mecanismo de protección inicial para distanciarse emocionalmente de la realidad. La persona se dice a sí misma que lo ocurrido no es verdad.
- Ira. Todo lo anterior va a desembocar en un sentimiento de mucha rabia porque el ser querido se ha ido, porque es injusto y la persona acaba, incluso, culpándose a sí misma.
- Negociación.En esta etapa la persona intenta encontrar soluciones ante la pérdida con uno mismo y con el entorno.
- Depresión. En este momento se experimenta el inevitable dolor emocional que ha causado la muerte. Es vital que se entienda que es normal sentir tristeza por la pérdida sufrida. Hay que permitirse sentir dolor.
- Aceptación.En la última fase del duelo, se consigue aceptar la nueva situación, el dolor comienza a atenuarse y es posible mirar al futuro y seguir adelante. Se comienzan a tomar acciones que pasan por cambios en las rutinas, buscar actividades que ocupen el tiempo, pensar en lo que gustaría hacer para sentirse pleno y bien consigo mismo, porque lo que no hay que olvidar es el derecho a seguir viviendo y a ser feliz.
Si estás atravesando una pérdida, debes saber que es perfectamente natural que sientas tristeza, confusión, ansiedad, falta de motivación, miedo o, incluso, culpabilidad. Con frecuencia se experimentan multitud de síntomas también físicos, que varían en cada paciente y que suelen incluir con frecuencia pérdida de energía, opresión en el pecho y diversas molestias musculares.
La muerte de un ser querido nos enfrenta al misterio de la vida. El psiquiatra existencialista Yalom señala que el duelo es tan devastador y aterrador porque confronta a la persona con los cuatro conflictos básicos de la existencia: la muerte, la libertad, la soledad y la falta de significado.
Según el paliativista I. Cabodevilla “El duelo se elabora sanamente según se va aprendiendo a recordar e integrar lo mejor de la relación con la persona fallecida, y se va pudiendo invertir la energía en nuevos afectos, y el ser querido queda habitando para siempre en algún lugar del corazón en el que domina más la alegría porque sucedió, que la pena porque terminó. No podemos amar sin dolor. El duelo es un indicador de amor. Si hemos amado intensamente, no se puede morir sin dejar a alguien dolido”.
Los síntomas conductuales más comunes son el insomnio, los trastornos alimenticios y el aislamiento, que pueden conducir a su vez al consumo excesivo de alcohol o fármacos para aliviar el dolor.
Con el fin de atravesar el duelo de la manera menos traumática posible y evitar que pueda convertirse en un estado crónico del que no es posible salir, conviene recibir ayuda profesional para gestionar adecuadamente todas las emociones que aparecen ante esta situación.
No existe dolor mayor que perder a un hijo. La aflicción es una respuesta normal a cualquier pérdida, pero es posible que la muerte de un hijo genere emociones más intensas. La aflicción tiene efectos psicológicos, emocionales y físicos. Lo que usted siente es exclusivo de su persona.
Algunos padres se sienten aletargados o como si estuvieran en un sueño. Algunos no pueden dormir, mientras que otros duermen todo el tiempo. Es posible que se sienta abrumado por la tristeza, el vacío y la sensación de que la muerte de su hijo simplemente no puede ser real. Quizás en algunos días tenga más energía que en otros. Tener más de uno de estos sentimientos en un determinado momento es normal. Cada persona sufre a su manera y a su propio ritmo.
Podría sentir que el proceso de luto ocupa cada minuto de cada día, lo que dificulta estar presente en el momento. Quizás la idea de seguir adelante de cualquier forma parezca imposible. Tal vez sienta que pensar en volver a su rutina diaria es como perder la conexión con su hijo. Recuerde que no existe un esquema fijo para lo que usted está atravesando, ni una forma correcta o incorrecta de estar de duelo.
Habrá momentos clave, como cumpleaños y festividades, que le recuerden al ser que ha perdido. Los acontecimientos importantes en la vida de otros niños que conozca quizás le pongan a pensar en su propio hijo y en las experiencias que esperaba compartir con él. Esos aniversarios pueden ser especialmente dolorosos, pero también es posible que sean oportunidades de volver a conectarse con las tradiciones y los rituales que eran importantes para su hijo y su familia.
- Tómese su tiempo
Quizás esté pensando en las decisiones que tendrá que tomar en el futuro cercano, como cuándo volver a trabajar, cómo encontrarle sentido a cada día o qué hacer con las pertenencias de su hijo. Tiene que tomar todas esas decisiones. Permítanse un tiempo para tomarlas y haga lo que sea mejor para usted y su familia.
No hay un lapso de tiempo determinado tras el cual debe regresar a su rutina diaria o al trabajo. A algunas personas las reconforta la rutina familiar, mientras que otras quizás necesiten más tiempo. Si debe regresar al trabajo antes de estar listo, tómese pequeños descansos durante el día cuando necesite estar a solas.
- No intente determinar lo que es “correcto” e “incorrecto”
No hay una forma correcta ni incorrecta de hacer frente a lo que usted está atravesando. Intente no compararse con otras personas y de lo que hacen para hacer frente a su propio dolor.
Usted es quien decide lo que desea hacer con las pertenencias de su hijo y cómo va a honrar su memoria. Esas decisiones les pertenecen a usted y a su familia. Piense en dichas decisiones cuando esté listo. Recuerde que hacer cambios en su casa no significa que esté menos conectado con su hijo.
- Permanezca conectado y comuníquese
Es importante que usted y su familia encuentren maneras de permanecer conectados emocionalmente. Esto puede ser difícil si cada uno de ustedes tiene diferentes formas de lidiar con su pérdida. Algunas personas sufren en silencio, mientras que otras prefieren hablar de ello. Es posible que sus necesidades no siempre sean obvias para su pareja, padre, madre o amigo, de modo que es importante encontrar formas de sentirse conectado con los demás, aun cuando parezca difícil hacerlo.
Es importante mantener una comunicación abierta y constante con aquellos que pueden apoyarle y hablar con usted acerca de su experiencia. Es posible que a las personas no les resulte fácil aproximarse a usted y quizás digan cosas equivocadas cuando lo hagan. No es necesario que comparta todo con todo el mundo, pero elegir a un amigo o familiar con quien pueda hablar quizás le ayude a mantenerse conectado mientras atraviesa el duelo.
Estar acompañado en el proceso del duelo por un profesional de la psicología especializado en este campo supondrá un apoyo muy importante para lograr lo antes posible la curación emocional. Aunque no es posible asumir una pérdida de un día para otro, el trabajo conjunto entre terapeuta y paciente es el camino más seguro hacia una adecuada superación.
El objetivo de la terapia de duelo es que el paciente pueda recuperar el equilibrio emocional mediante la ayuda psicológica, que se centra en guiar a la persona que sufre la pérdida para que gestione los pensamientos y las emociones de manera saludable.
Uno de los aspectos más importantes de esta terapia es que el paciente puede encontrar el acompañamiento necesario en un momento tan sumamente delicado y la orientación que permite aceptar y comprender el duelo. Finalmente, el paciente podrá integrar de manera positiva lo ocurrido y seguir adelante.
Aunque contemos con el apoyo y la compañía de familiares o amigos, es posible que tampoco ellos sepan llevar el duelo de la manera más saludable y, por ello, la ayuda psicológica no es únicamente necesaria cuando no se disponga de apoyo familiar.
La ayuda en el duelo, si bien es siempre recomendable, puede ser especialmente necesaria en ciertos casos.
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